sábado, 27 de noviembre de 2010

Farenheit 9/11 y la manipualcion ideologica de las imagenes



El siguiente es el fragmento de un ensayo que escribí ,titulado la Tele Pantalla, para la asignatura de teoría de la imagen en el cual analizo el documental de Michael Moore que hace una crítica a la manera como el gobierno de George W.Bush asumió las consecuencias de los atentados al World Trade Center de Nueva York en 2001.

11 de septiembre del 2001. Dos aviones colisionan en el World Trade Center de Nueva York. Ese mismo día el Pentágono, centro de operaciones del ejército y la inteligencia estadounidense, también es atacado al igual que en Pittsburgh, donde los planes no se llevaron a cabo según algunas fuentes porque el avión tenía como fin estrellarse contra la casa blanca. Estados unidos se paraliza, el mundo ve derrumbarse los símbolos, hasta aquel entonces, del poderío estadounidense. La nación conmocionada escucha las informaciones que dan con los responsables: un comando suicida de fundamentalistas islámicos. Las miradas se vuelcan hacia Osama Bin Laden, líder del grupo terrorista Al-Qaeda quien se adjudica la responsabilidad de los atentados. George w. Bush, presidente de la potencia del norte, sale airoso proclamando una lucha sin precedentes contra el terrorismo que requiere la “colaboración” de todos los ciudadanos y países del mundo contra el “eje del mal”. Se despierta el sentir patriótico y los medios de comunicación registran como la última tecnología militar bombardea a Afganistán e Irak. Con el paso de los años se fueron viendo aquellos detalles dejados a un lado por el apasionamiento de algunos líderes y un sector de la población.



Fahrenheit/911, del documentalista Michael Moore, hace un análisis de lo que antecedió y continuo después de los atentados a Estados unidos y como su presidente y colaboradores asumieron la situación realmente; ninguno de ellos pasó el examen. Recordando como Bush llego al poder de manera sorpresiva, cuando Al Gore llevaba la delantera, Moore pone de manifiesto como los medios de comunicación, con FOX a la delantera, lo dieron como ganador. Sus primeros meses de mandato se debatieron entre la impopularidad en muchos sectores de la población y el incondicional apoyo de la derecha norteamericana, con FOX también a la delantera. Cuando ocurre el 11 de septiembre su popularidad entra en acenso olvidándose del afable y despreocupado texano que jugaba golf viéndolo ahora como un líder que afronta con “entereza” tal situación. A lo largo del documental se revelan aspectos tejidos “bajo cuerda” antes y después de los atentados. Los nexos de la familia Bush con la de Bin Laden así como la protección a sus empresas y capitales en territorio estadounidense, el pasar por alto los informes de inteligencia que alertaban sobre el inminente peligro en el que estaba inmerso ese país, el ataque a Irak bajo la excusa de que protegía a terroristas y almacenaba armas de destrucción masiva cuando la O.N.U demostraba todo lo contario, el interés económico que se creó con la ocupación norteamericana hacia el país árabe donde la industria armamentista salió beneficiada, las duras condiciones por las que pasaron los soldados en territorio iraquí llamados a reserva con varias promesas que les ayudaría a salir de su crisis económica, las imágenes que mostraban a la población civil como la mayor victima de esa confrontación, varios rincones de Bagdad destruidos y no precisamente los “objetivos estratégicos” que las fuerzas estadounidenses presentaban como triunfos contundentes, marines arrestando, asesinando y torturando civiles mientras los medios de comunicación, otra vez FOX a la delantera, los mostraban como héroes. Todas estas realidades, propias de esta confrontación, dejaron muy mal parado a Bush pero también a la manipulación ideológica que se tejió en torno a este acontecimiento.



Michael Moore plantea como una simple imagen puede, no solo generar apasionamientos, sino ocultar algunas verdades incomodas que podrían poner en entredicho el accionar de una potencia como Estados Unidos. Es cierto que el atentado que sufrió ese país fue una atrocidad, pero la actitud que asumió para combatir tal provocación no fue la más adecuada. También es cierto que los fundamentalistas acuden al terrorismo para pregonar su orden a toda costa, pero no todo el pueblo islámico comparte tales dogmas, muchos los rechazan porque se alejan de algunos preceptos del Corán. Pero lo que sí es cierto es como se difundieron vergonzosamente imágenes manipuladas creando una percepción sesgada y parcializada de lo que estaba aconteciendo y toda la coyuntura que eso generó. Se deja a un lado la ética actuando con el apasionamiento que no mide las consecuencias, no analiza, no crea estrategias sino ataques sorpresivos que muchas veces no dan en el blanco.

Felipe Sánchez Hincapié

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